domingo, mayo 17, 2009

The golden age.

Hay momentos en la vida en que, tal como conversábamos ayer con unos muy buenos colegas míos, una ya no está para precariedades. La época dorada que todos vivimos algún día pasó por nuestra vida y la añoramos, pero... ¿quién sabe si añoramos aquella época donde no teníamos excesivas preocupaciones, y ganábamos dinero íntegro para nuestros bolsillos y vida de soltería?

Unos años después de mi época dorada - que duró mientras duró mi primer trabajo -, añoré tanto volver a tener esa vida de aquella época; sin embargo, tras compartir vivencias, terminé convenciéndome que, efectivamente, aquella época dorada alguna vez existió, pero... quién sabe si es posible revivirla... ahora...


De fondo: "Mi gran novela", Salvatore Adamo.

sábado, mayo 09, 2009

Strawberry fields forever!

Es otra tarde de sábado frente al computador, preparando mi semana académica. He dejado la agenda en mi oficina de Valparaíso. Se me había olvidado que tenía que hacer una clase este lunes en otro lado. Mi cabeza da vueltas en mi última semana; el calendario no miente, quedan 3 meses y contando regresivamente para ese gran día, tachando los días con cruces. Siento emoción de sólo pensarlo...
Aún me parece mentira que vaya a dar ese gran paso. Siento un gran orgullo de lo que haré y eso le da un sentido nuevo a mi vida.
Ah... no, disculpen. Sé qué deben de estar pensando. Pero no, no voy a casarme. Estoy hablando de otra cosa.
Por cierto, mi padre estaría orgulloso si me fuera a casar. Lo noto en su cara, ya quiere ser abuelo. Pero no es el caso. Creo que hay veces que recordar una vieja conversación que tuvimos hace tiempo, aquella que alguna vez fraccionó nuestras imágenes que teníamos cada uno del otro, nubla toda esa posibilidad. Aquella en que hablaba de una hija que era muy inteligente y una excelente profesional, que sabía hacerlo todo muy bien e integralmente en su trabajo, pero que no era capaz de usar esa inteligencia a la hora de "hacer las cosas en su vida". También hablaba de un padre celoso y temeroso de perder a su hija cuando ella quiso tomar una decisión que él no aprobaba, y que por primera vez, se vio cuestionado fuertemente. Esa trifulca quedó entre ambos y aunque durante un año no se habló más del tema, la vida continuó con su ciclo, y cuando las aguas se calmaron, alguna vez se pudo retomar el diálogo.

No puedo decir que recordar esa conversación es agradable; pero fue necesaria para entender muchos aspectos propios y suyos también. Todo quiebre ayuda a esclarecer más el horizonte de la vida de alguien, y ésta no fue la excepción. Me ayudó a esclarecerme.

Ya van un par de años desde aquel episodio, que fue el detonante definitivo en el que mi vida se detuvo para recargar combustible y mirar el mapa. Fue cierto que en aquel momento tuve todo para decidir a favor de mi futuro; sin embargo, no lo hice. Detuve la maquinaria de ese tren abruptamente, en el minuto con un arrepentimiento supremo, pero convencida que no podía decidirlo en esas condiciones. Y así fue. El tiempo se encargó de demostrarme que faltaba vivir algo más para poder tomar decisiones más acertadas.

Los ecos de esa conversación de vez en cuando los escucho... Cuando en medio de mis cavilaciones, comienzo a mirar el camino recorrido, algunas mañanas, cuando me despierto en soledad, recuerdo quién fui y lo que sucedió antes...

Y cuando ese pensamiento se apodera de mí, recuerdo esa frase que alguna vez leyera en un libro: "Un hombre está hecho de pasado, presente y futuro"... y que no hay como estar sentada en el campo, mirando la inmensidad del cielo azul...