sábado, julio 05, 2008

La historia de Chile que yo me perdí.


Dicen por ahí, que hace unos 35 años, aproximadamente, hubo un suceso que marcó para siempre esta historia de Chile que sólo nos enseñaban los libros de mi época de colegiala. Nunca, después de 1973 - y nunca nadie me supo explicar - por qué los libros de Historia sólo llegaban hasta ese año y... ¿que acaso después de ese año, la Historia de Chile no se siguió escribiendo?

El tiempo ha pasado, ya van 35 años desde esa fecha, y hoy siento un inmenso vacío cultural, aquel que nadie supo contar, con la más austera de las imparcialidades, para que ninguno dijera "estoy de acuerdo" o "estoy en desacuerdo" con lo que sucedió. Y de pronto siento mucha curiosidad por saber más de esa historia escondida (hoy ya no tanto), aquella que durante muchos años se me negó conocer...

No tuve curiosidad de conocerla, no por indulgencia ni indiferencia, sino porque me cuesta comprender que después de 35 años siga habiendo tanto rencor en la gente... Conozco un rencor que ha durado más de 40 años, pero no ha sido suficiente para justificarlo. ¿No se supone que ese tipo de sentimientos se van disipando con el tiempo? ¿O es que no existe ninguna parte de esta historia en que el guión que hace rato viene diciendo "reconciliación" se va a aplicar?

Como no puedo encontrar esas respuestas, la única conexión con esa parte de cada chileno que todos tenemos, sólo puede hallarse en la música. Así que salí en la búsqueda de ese libro abierto de emociones...

... Y encontré una parte de ese Chile que muchos nos olvidamos. Ese Chile autóctono y auténtico, que escribió parte de esa historia durante mucho tiempo. La adaptación de un poema de Pablo Neruda, "Alturas de Machu Pichu", interpretado magistralmente por Los Jaivas.


Sube a nacer conmigo hermano
Dame la mano desde la profunda zona
De tu dolor diseminado.
No volverás...del fondo de las rocas.
No volverás...del tiempo subterráneo.
No volverá... tu voz endurecida.
No volverán... tus ojos taladrados.
Sube a nacer conmigo hermano...

Mirame desde el fondo de la tierra,
Labrador, tejedor, pastor callado
Domador de guanacos tutelares,
Albañil del andamio desafiado.

Aguador de las lágrimas andinas,
Joyero de los dedos machacados,
Agricultor temblando en la semilla,
Alfarero en tu greda derramado.
Traed a la copa de esta nueva vida
Vuestros viejos dolores enterrados.
Sube a nacer conmigo hermano...

Mostradme vuestra sangre y vuestro surco,
Decidme: "...aquí fui castigado!..."
Porque la joya no brilló o la tierra
No entregó a tiempo la piedra o el grano.

Señaladme la piedra en que caiste
Y la madera en que os crucificaron,
Encendedme los viejos pedernales,
Las viejas lámparas, los látigos pegados,
A través de los siglos en las llagas,
Y las hachas de brillo ensangrentado.
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta...

Contadme todo, cadena a cadena,
Eslabón a eslabón, paso a paso
Afilad los cuchillos que guardasteis.
Ponedlos en mi pecho y en mi mano
Como un rio de rayos amarillos,
Como un rio de tigres enterrados,
Y dejadme llorar,
Horas, días, años,
Edades ciegas, siglos estelares.

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