viernes, agosto 25, 2006

The captain's suicide.


Cuando se habla del "capitán del barco" casi siempre lo referimos al caballero con hartos galones y rayitas en las mangas. Yo tengo 2 referentes de capitanes en mi memoria histórica: Arturo Prat y el capitán del Titanic.
Muchos se preguntarán a qué viene todo esto, si nunca he sido asidua a la historia, ni tampoco a la marina. Es simplemente porque si se lee entre líneas - y con esto mi padre enfurecería, pues él perteneció a la marina y sus códigos -, la verdad es que ambos capitanes fueron muy heroicos... pero suicidas!!
La primera vez que dije algo por el estilo fue cuando iba en 4° medio, y me fue encargado hacer un mural con el combate naval de Iquique. Lo hice, pero cuando lo estaba pintando, lo miraba y me decía: "Y pensar que este perico llegó y saltó, sin medir consecuencia...". Bueh... todos sabemos cómo fue la historia, que nuestro capitán Prat saltó de la Esmeralda hacia el Huáscar para defender su patria, con la tan mala suerte que pisando el barco, fue asesinado. Me inclino a pensar que fue un acto completamente impensado y arrebatado. Porque si se hubiera fijado en el detalle del marino peruano, quizás al menos habría caminado un par de pasos más.
Por otra parte, el capitán del Titanic... El barco se hundía sin remedio, había preocupación por salvar a los "ricachones" y dejar a la tercera clase a bordo, y él, valiente capitán, no hizo más que encerrarse en el puente y esperar que su barco se hundiera. En mi apreciación, aquella frasesita "el capitán es el último que abandona el barco... si lo abandona" se aplica más al señor del Titanic que a Prat, y aunque no desmerezco ninguno de los actos, coincido con muchos que pudo ser de otra forma.
Y bueno... cuando uno es capitán de su barco, tiene que pensar en estos ejemplos. Cada nueva "empresa" es como un barco, que no se debe abandonar, y yo la verdad, casi estoy a punto de abandonarlo. A veces pienso que es mejor saltar al agua y dejar que la marea te lleve...

O morir con gloria en tu barco hundido.

Retroceder nunca, rendirse jamás.

De fondo: el ruido de la calle Brasil a las 8.15 am.

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