domingo, diciembre 10, 2006

Se fue... y que descanse ¿en paz?

Sólo eso... se fue. Se murió. "Por fin", para unos. "Qué pena", para otros.
El hecho es uno sólo: el caballero se murió, quiéranlo o no, partidarios y detractores, el "Tata" o "Asesino" se murió. Ya nadie lo podrá juzgar, como querían.
Pero... ¿valía la pena desgastar más al viejito para hacerlo pagar por los crímenes que se le imputan? Ya estaba harto desgastado, y después de todo lo que he aprendido de la vida, me permito pensar que más allá de una sentencia, el castigo ya lo recibió. ¿Cuándo? No me pregunten, no soy adivina, pero su castigo lo recibió, en vida. Eso ténganlo por seguro.
Ahora lo que queda es pensar que es un ser humano. Más allá de las vestiduras de "general" que haya tenido, es una persona, común y silvestre, y como tal, hay que dejarlo descansar. Tendrá su funeral, puede que le hagan honores de estado, y si así es, bueno, será...
Y respecto a darle castigos a asesinos, tengo una reflexión:
¿No es que acaso ha recibido el mismo trato que reciben los actuales asesinos? ¿Seguir libres, pese a sus actos?
Eso no más.
Adiós, General. Que descanse.......................... nada más. Y mis condolencias a su familia, que es lo que importa.


De fondo: el Himno Nacional.

1 comentario:

General Gato dijo...

Hoy por hoy, opinar imparcialmente sobre Pinochet es imposible. Llegó al poder en una época convulsionada, llevó a cabo un gobierno que puede con justicia anotarse tanto aciertos como errores, de los grandes en ambos casos, y las consecuencias de sus actos son algo con lo que vivimos aún hoy en día: vivimos el modelo institucional, económico y político de país que él y su gente nos legaron (para bien o para mal), hubo quienes profitaron largamente, y otros para quienes dicho período fue, literalmente, el infierno. ¿Cómo demonios puede alguien juzgar adecuadamente de esa manera? Pinochet es la clase de personaje que trasciende su propio tiempo y se transforma en una personalidad "demoníaca", en el sentido de dantesca o sobrehumana, y encasillarlo dentro de los "ángeles" o "demonios" ya no es un problema político o histórico, sino simplemente, y a falta de una palabra mejor, "religioso". La cuestión es: el Pinochet histórico, el real, el de carne y hueso, se ha ido, pero... ¿qué diablos hacemos con "Pinochet la leyenda", con "Pinochet el mito"...? Los mitos no son para estudiarlos racionalmente, sino para venerarlos o execrarlos, y ambas actitudes están lejos de cualquier posible juicio racional. En esas condiciones, hablar con un mínimo de objetividad sobre el Pinochet histórico es algo virtualmente imposible. Al menos, hasta que no pase algunos años, décadas incluso.