jueves, noviembre 08, 2007

En un estado estacionario.

Prometo no arrancarme más. Prometo que no me alejaré tanto de mi única terapia, que es escribir para desahogar lo que me ocurre.
Prometo no olvidarme de este hijo mío, que es mi blog, la extensión cibernética de mi diario de vida...
En estos días, un amigo me dijo (en un contexto bastante distinto), una frase que ha quedado retumbando en mi cabeza por bastante rato: "Tú puedes tener sentimientos hacia una persona, pero esa persona puede no tener los mismos sentimientos hacia ti".
Esa frase ha dado vueltas incesantemente por mi cabeza, como una agonía sin fin, hurgando profundamente en aquello que no quiero volver a sentir, que no quiero saber ni traer nuevamente al presente.
Pensaba en mis sentimientos, aquellos que he tenido suprimidos, guardados, reprimidos tanto tiempo, dejándolos de lado por cualquier cosa que me haga sentir menos miserable de estar sola. He tenido trabajo, cosas en qué entretenerme, en qué hacer, corregir pruebas, preparar mi tesis de magister, mantener a mi empresa de pie, pero ¡qué, si eso es sólo una excusa para no pensar en lo que realmente pienso!
Intento rehacer mi vida, pero qué voy a rehacer si en realidad nada está realmente hecho...
Mi vida profesional se mejora, pero nunca como lo he soñado.
Mi vida personal no tiene más que una palabra para definirla: desastre.
Como una vez yo misma dije, la razón por la cual mi vida profesional está así es porque mi vida personal no la deja ser...
Mis sentimientos no llegan a su destino. He tenido que callar lo que siento por razones prácticas.
No quiero llegar a pensar que pueda sentir esa sensación que doy todo por migajas de algo... no quiero volver a sentirlo.
Prefiero esto, la incertidumbre de estar en soledad que amar a un hombre que pudiera no corresponderme, o no asentir a quien quiero, pero no amo.
Prefiero no dañarme ni dañar a los demás.

De fondo: "Sigo buscando", Alex Ubago.

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