viernes, enero 05, 2007

La novela. Capítulo 1.

Ya les dije, he estado trabajando en la que pudiera ser mi primera novela. Acá les dejo como adelanto el primer capítulo...
Esta novela tiene como colaboradores a amigos cercanos, quienes me han apoyado en esta iniciativa desde el comienzo. Sin su cooperación, muchos pasajes de este bosquejo no podrían ser lo que son.

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Miró la silueta que yacía a su lado. El cuerpo blanco y suave de mujer semi cubierta por las sábanas lo invitaba a recordar. Cuántas veces la había visto así, tendida como en ese momento, disfrutando del cansancio, después de hacer el amor, cuando nada le abrumaba. Cuando aún disfrutaba del sexo, cuando aún eran pareja. No podía dormir, estaba sentado a centímetros de ella, sin haber podido cerrar un ojo, incómodo de compartir la cama. ¿Hace cuánto tiempo que no estaban juntos? No recordaba cuándo fue la última vez que ella no le había puesto reparos al susurrarle al oído “quiero estar contigo” y que ella no le dejara tiempo para decir nada más. Parecía algo vivido muchos años atrás, pero apenas eran 7 meses, justo los meses que llevaba casado… ¡Nunca imaginó que al casarse no tendría más intimidad con su ahora esposa!

Mientras la observaba y recordaba las curvas mil veces recorridas, una imagen se apoderó de su mente. Cerró sus ojos, se refregó la cara y volvió a mirar a su mujer. Francisca. Acercó su mano a la espalda descubierta queriendo tocarla, pero se detuvo. Aunque quisiera acariciarla, ya no sentía el impulso de hacerlo; presentía que nuevamente habría una excusa que le haría sentir el rechazo de su esposa, o simplemente refunfuñaría un “déjame dormir”. Retiró la mano y volvió a sentarse. La imagen que segundos antes invadiera su mente, volvió a aparecer. Se levantó de la cama y caminó hacia la ventana. Afuera, la luz de la luna iluminó el espacio que dejó vacío. “Por la mierda, no sé qué hacer con todo esto…”, se dijo. Necesitaba sentir el cuerpo, el aroma, los besos, el calor de una mujer. Necesitaba sexo. Pero no con cualquiera, quería hacer el amor con su esposa, hacerlo como antes con pasión, con ternura… él siempre la había amado y ahora ella le daba la espalda… Se miró al espejo. “Ya no le gusto”, pensó. Y la imagen se volvió a aparecer. “Mierda, qué pasa que no puedo dejar de pensar en esta maldita imagen…” Deseó que la imagen hubiera estado tendida en la cama para así poder poseerla no sólo en sueños, sino que en una realidad que se le hacia imposible…

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